Desde hace ya unos cuantos años este concepto se ha introducido fuertemente en nuestro día a día, la mayoría de los productos que compramos están envueltos, embotellados, envasados…. Y solo una parte ínfima de ese material es reaprovechado, el resto, simplemente, se tira.
Recuerdo cuando era pequeño e iba a comprar con mi madre, nunca nos olvidábamos de coger las botellas vacías y devolverlas al supermercado, por lo cual nos abonaban el importe correspondiente, lo que era conocido como “envase retornable”. Con el tiempo eso se perdió y ahora lo único que nos queda es tirar el envoltorio en el contenedor correspondiente para su reciclado, pero seguimos tirando.
Si este concepto, aplicado a la ecología mundial, ya es problemático, con millones y millones de residuos, contaminando tierra y mar, aplicado al ámbito laboral también es muy preocupante, con contratos precarios de obra y servicio, de usar a los trabajadores como simples números que desempeñan una función, sustituibles o “que se pueden tirar” en cualquier momento, en nombre de la rentabilidad de la empresa.
¡Genial!
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